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Empezamos la Semana Santa, la cual tiene dos puntos bien definidos: la muerte y la resurrección de  Jesucristo.

La historia  narra, el prendimiento, la pasión ,muerte y resurección, pero hay un pasaje que parece que nos están haciendo olvidar a los cristianos: que bajo a los infiernos.

 

 Jesucristo bajo a los infiernos?

 

Al morir Jesús, bajo en espíritu  (cuerpo energético) al infierno (tiempo futuro) donde nos habiamos quedado atrapados (famoso pecado original) al principio de este ciclo de tiempo (unos 25.000 años) para hacernos pasar al tiempo pasado, de donde viene nuestro cuerpo energético cuando encarnamos en el cuerpo físico.

 

Sin este hecho antes de resucitar de entre los muertos, nosotros no hubiéramos podido encarnar , porque estábamos presos junto a todos los demás que han nacido después de Jesús realizara este hecho. Como muestra la imagen , Jesús esta pasando a las almas del infieno al paraiso.

Una tradición apostólica contenida ya en los primeros credos, es la que nos cuenta que Jesús, antes de resucitar en cuerpo, actúe ya en espíritu, y que en calidad de tal, se dirija a las almas de los muertos (estábamos perdidos en el infierno) para anunciarles la salvación (que ya estabamos presos de la muerte espiritual).

 

El infierno

 

“La Escritura llama infiernos, sheol, o hades , morada de los muertos donde bajó Cristo después de muerto, porque los que se encontraban allí estaban privados de la visión de Dios (cf. Sal 6, 6; 88, 11-13).

No tener la visión de Dios significa no tener la visión de nosotros mismos, por lo cual es estar muerto espiritualmente, y por tanto no existir, ya que el cuerppo físico es el resultado del cuerpo espiritual (energético). El único fin del cuerppo físico, y para lo que venimos a este mundo es realizar las preguntas de nuestro espiritu y proyectarnos de nuevo a nuestra divinidad (Dios).

El cuerpo físico es mortal, pero el cuerpo energético o espiritual es inmortal. Aunque si obramos sin su conocimiento, podemos arrastrarle al LA MUERTE SEGUNDA, a un infierno definitivo.

 

El más concluyente, son las propias palabras de Jesús que explica a sus discípulos:


“De la misma manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así también el Hijo del Hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches” (Mt. 12, 40).

En los apócrifos donde, como ocurre con tanta frecuencia, hallamos los más coloridos relatos del tema. Evangelio de Pedro, en él leemos:

“Y oyeron [los testigos de la resurrección] una voz que venía de los cielos, que decía: “¿Has predicado a los que están dormidos?” Y desde la cruz se oyó responder: “Sí””. (EvPed. 41-42).

 

 

Evangelio de Nicodemo

 

Es probablemente el texto más descriptivo sobre el tema. Se trata de una obra curiosa porque con nombre tal, referido a uno de sus protagonistas, el fariseo Nicodemo sólo aparece en un original del s. X.

   “Cuando descansábamos con nuestros padres en las tinieblas de la muerte, nos vimos envueltos repentinamente en una luz dorada como la del sol. […] 

Y en seguida Adán, el padre de todo el género humano, se estremeció de alegría, igual que los patriarcas y los profetas. Y exclamaron: ¡luz! […] Y todos los justos de la Antigua Ley se regocijaron esperando el cumplimiento de la promesa […]

Retumbó una voz semejante a la del trueno, parecida al fragor del huracán: “¡Puertas, abrid vuestras hojas! ¡Abríos de par en par, puertas de la eternidad, y entrará el rey de la gloria!” […]

El príncipe del tártaro, la muerte y todas las legiones infernales sobrecogiéronse de espanto: “¿Quién eres tú?” gritaban a Jesús […] Entonces el rey de la gloria aplastó a la muerte bajo sus pies, majestuosamente, y apoderándose de Satán, despojó al infierno de todo su poder”.

 

Escrito en el Credo

 

En el credo católico al menos, el único que conozco, hay una frase que en tiempos estuvo y que hoy se ha quitado para volver al texto original niceno.

En el pasaje donde se hablaba de Jesucristo se decía “fue crucificado en tiempos de Poncio Pilatos, padeció y fue sepultado, bajó a los infiernos, y resucitó al tercer día”. Esa frase de en medio es la que se ha suprimido: “bajó a los infiernos”, seguramente porque no figura en ninguno de los evangelios canónicos.

 Sin embargo el descenso de Cristo a los infiernos (al limbo dicen hoy en día los teológicamente correctos) para liberar a los justos que permanecían allí encerrados hasta su resurrección ha sido un tema muy recurrente en el arte cristiano, sobre todo en las tradiciones iconográficas bizantinas y las que dependen o están relacionadas con ellas, como en el arte religioso ruso o en el primer renacimiento italiano.

 

En texto el Evangelio de Nicodemo, un poco prolijo y lleno de estrellas invitadas, como Juan el Bautista, los profetas Elías, Daniel e incluso Henoch, el arcángel Miguel, Adán y Eva, Satanás y el mismísimo Hades personificado, los quenarranelacontecimiento, como una especie de testigos de primera mano, son dos hijos del anciano Simeón, Carino y Lencio.

 

Un poco de circunloquio

Estos, después , nos cuentan cómo “En el infierno se oyó una voz retumbante como un trueno que decía: ¡Príncipes eternales: abrid vuestras puertas de par en par, que va a entrar el Rey de la Gloria! (…)

En aquel mismo momento hizo su entrada en el Infierno el que es verdaderamente Rey de la Gloria. Con la luz que de Él emanaba disipáronse las tinieblas que en aquel lugar reinaban.

 

Jesus se dirige a Adán

 

El recien llegado dirigióse a Adán, estrechóle su mano derecha con la suya y le dijo: “La paz sea contigo y con todos aquellos de tus hijos que fueron fieles conmigo”.

A continuación el Señor, tomando consigo a todos los aludidos en su anterior saludo, ascendió desde el fondo del infierno hasta el Paraíso, y al llegar a él hizo entrega a Adán, a quien llevaba todavía asido por la mano, al arcángel san Miguel.

 

El autor que recoge la cita en esta ocasión no es otro que Jacobo della Voragine, en su libro “La leyenda dorada”, un libro que es una joya para cuantos estudian la iconografía cristiana, entre otras cosas.

 

 

 Relato evangélico

 

Así pues ya nos aparecen todos los elementos que, con más o menos añadidos o cambios, componen a nivel iconográfico la escena:

Jesús resucitado, con el manto blanco de su sudario y a veces también con el banderín símbolo de su triunfo de la muerte, rodeado por un gran halo de luz, estrechando la mano a Adán, o simultáneamente a Adán y Eva, éstos aparecen saliendo de sus tumbas.

 

Jesús rompió las puertas del infierno

 

Bajo los pies de Jesús las puertas del infierno rotas, a veces éstas aplastan en su caída al diablo, a veces Satanás es pisado por Jesús, sobre el suelo los grilletes de los condenados ahora inservibles.

El propio infierno ya aparece representado como un monte en cuyas entrañas están los muertos, ya como un monstruo de fauces abiertas, que traga a las multitudes ingentes de los que permanecen en espera de la salvación.

 

Es una pena que hoy quienes rezan el credo omitan que Cristo, antes de volver de nuevo a respirar y a ver la dulce luz del día, antes de aparecerse a sus afligidos discípulos el día de su gloriosa resurrección, había bajado a lo más profundo del Hades y se había llevado consigo a los justos que aguardaban allí desde el principio de los tiempos para conducirlos al cielo.

 

 

 

 

 

BIBLIOGRAFIA

ablaevariteprobatum.blogspot.com/2016/03/y-bajo-los-infiernos.html

www.religionenlibertad.com/

https://es.aleteia.org/

 

 

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