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Miles de madres del mundo entero han dicho en alguna ocasión esta frase: “mi hija me odia”. Algunas saben distanciarse de las exageraciones de sus hijas adolescentes y se lo toman con humor, otras, en cambio, sufren profundamente con esos sentimientos de sus hijas.

A muchas también les duele enormemente que mientras sus hijas se enfrentan continuamente a ellas suelen desarrollar un amor sin límites por su padre. “Según ella, yo lo hago todo mal, en cambio, su papá es perfecto en todo”, confiesan muchas madres de adolescentes sobre los sentimientos que sus hijas muestran en la casa.

 

Odio a mi madre

En cualquiera de los casos, lo que indica esa frase, “odio a mi madre”, es una de las relaciones más complejas que pueden darse entre seres humanos, la de las madres y sus hijas cuando estas entran en la adolescencia, aunque también puede ser toda la vida.

En esos momentos, una relación que, por lo general, siempre había sido estrecha y apacible se convierte en un infierno que puede hacer sufrir tanto a las madres como a las hijas y al resto de la familia.

Por eso bueno entender las razones de ese choque. Saber por qué ocurren los enfrentamientos y buscar fórmulas para desactivarlos y conseguir que la relación adolescente funcione.

 

Por qué se producen los enfrentamientos entre madres e hijas

 

Porque es una de las relaciones más cercanas. La relación entre madres e hijas es una de las más cercanas. Mientras las hijas son niñas, la relación con sus madres suele ser muy estrecha. Las niñas admiran a sus madres y las tienen como modelo.

En una relación con tal grado de proximidad, cuando llega la adolescencia y las jóvenes comienzan a rebelarse contra los adultos en busca de su propia identidad, los primeros enfrentamientos son con sus madres, las personas más cercanas a ellas, las que han tenido como modelo.

Porque una de las claves de la adolescencia es que las chicas huyen de los modelos de la niñez para encontrar su nuevo camino, la personalidad que se va formando hasta que se conviertan en adultas.

Lo más habitual es que una vez superada la etapa adolescente, las chicas vuelvan a recobrar la proximidad a sus madres incluso en los casos en los que los enfrentamientos han sido más duros.

La competencia. Uno de los problemas más habituales entre las mamás y sus hijas adolescentes es la competencia. Muchas veces por parte de ambas.

Las hijas compiten con sus madres por el amor de sus papás y las madres, en muchas ocasiones, compiten, aunque sea de forma inconsciente, con sus hijas porque sienten que su tiempo ya ha pasado y quieren aferrarse a la juventud.

 

 

 

Qué pueden hacer las mamás para resolver el problema

 

 

No ser amigas, ser mamás. Un error de algunas mujeres con sus hijas adolescentes es que intentan convertirse en sus amigas.

Cuando eso ocurre, se pierden los roles familiares, las chicas no encuentran el modelo que necesitan en sus madres, incluso las que utilizan ese modelo para oponerse a él en su etapa de rebeldía. Por eso es fundamental conservar el papel de mamá.

Puede ser el de una mamá cercana, tolerante, que comprenda a su hija, pero sin olvidar nunca que ella es la mamá, la encargada de poner las normas y de proteger y cuidar de su hija adolescente.

 

Si tú estás bien, ella estará mejor.

La adolescencia de las hijas coincide en muchos casos con la menopausia de la mamá.

Esas dos etapas son, probablemente, las más difíciles en la vida de una mujer. Algunas mujeres sufren durante la menopausia a causa de sus alteraciones hormonales y además de problemas físicos deben enfrentarse a desarreglos emocionales: tristeza inmensa, cambios súbitos en el estado de ánimo, accesos de ira o de profunda ansiedad.

 

Adolescencia y menopausia

Todo eso hace que su vida se complique. Si ese momento coincide además con la adolescencia de una hija la situación puede ser muy dura. Por eso es aconsejable para todas las mujeres menopaúsicas que consulten con su doctor para resolver los problemas asociados a este momento de sus vidas. Por ellas mismas lo primero, pero también por sus hijas adolescentes.

No relajar la disciplina. Aunque sientan que es agotador y se multipliquen las quejas de las chicas, las mamás harán bien en mantener las normasque se hayan fijado para la adolescente. Retar esas normas puede ser un hecho normal en el proceso de la adolescencia, pero las chicas necesitan una referencia para saber cómo comportarse.

 

 

 

¿Por qué hay madres que odian a sus hijos?

 

Por increíble que parezca, el embarazo representa la frustración de miles de ilusiones para muchas mujeres, lo que se reflejará en el rencor que le guardarán a su hijo durante toda la vida, principalmente si es niña.

Psiquiatra de formación y director de la Clínica de Neurodesarrollo y Comunicación (Neurocom) Marco Campuzano Rodríguez indica en entrevista para saludymedicinas.com.mx que entre 80 y 90 % de las mujeres de edad media (de 25 a 45 años de edad) que acuden a consulta en busca de ayuda para resolver problemas de depresión, baja autoestima e inseguridad enfrentan el problema de no ser queridas por su madre.

“No es fácil que lo admitan -señala-, les cuesta mucho reconocerlo, pero terminan aceptándolo. En sociedades como la nuestra es común que la mamá quiera a su hijo como tradición, porque tiene la necesidad de ello.

 

En las sociedades con bases machistas, el hijo varón significa para la mamá el futuro, quien la va a ayudar, a proteger; en otras palabras, el niño es el rey.

Por ello es que la niña es asumida como responsable de que se haya trastocado la vida de la madre; es su enemigo natural. Bajo esa justificación querrá ahora que la pequeña haga lo que ella no hizo, de forma que quiere que sea una mujer preparada, culta, que sepa cocinar y la presiona a estudiar, a superarse.

“La manera de ejercer presión es comparándola y haciéndole notar lo que hace mal, con lo que la mamá va enseñándose a odiar a su hija, a alimentar su rechazo, su falta de amor si no se quiere llamar odio”, indica Campuzano Rodríguez.

La menor interpreta lo anterior y se siente tonta, fea, incapaz de hacer algo bien. A la vez que esto ocurre, no es raro que en una reunión social la madre trate de exaltar las virtudes de su hija ante los asistentes, acción que por supuesto incomoda y provoca el rechazo de la niña, porque sabe que es falsa.

 

 La escena culmina cuando la progenitora manifiesta que su hija no la quiere, con el objetivo de que los demás se den cuenta de ello.

 

El sentimiento maternal que debería ser bueno se matiza por el rechazo, por culpa, porque la hija significa una persona a la que debe querer por fuerza. Hay mensajes dobles que causan aun mayor confusión.

 

Al paso del tiempo

En la medida en que la mujercita va alcanzando las metas trazadas para ella, resulta inevitable que despierte la envidia de quien le dio la vida, y nuevamente será blanco de agresiones.

El director de Neurocom interpreta el sentimiento de la madre: “Quiero que mi hija sea más guapa, preparada, competente, y al lograrlo tiene que agradecérmelo, es mi creación, mi hechura, pero no lo hace y se convierte en mi enemigo. Me recuerda todo lo que no hice y mi resentimiento es todavía mayor”.

En la adultez de la hija la madre le señala lo mal que trata a su marido y se alía con éste para fastidiarla en conjunto. Por si fuera poco, el yerno se muestra como un mejor hombre a los ojos de la suegra que lo compara con su propio marido, y como resulta que éste es menos preparado y amoroso, con menor ingreso, la situación se transforma nuevamente en rencor hacia la hija.

 

La hija que desprecia a su madre se desprecia a si misma y a la vida

 

Cuando una hija odia a su madre se odia a si misma y desprecia a la vida. A no engañarse, pues la soberbia se disfraza sutilmente, entonces quien desprecia la vida, la pierde.

Tomar a la madre es un proceso de purificación espiritual que requiere tiempo, mucha humildad y es el inicio del Camino del Amor Sano y Maduro que estamos todos llamados a recorrer.

 

 

Honrarse a una misma y a la vida

Vale aclarar que se trata de una actitud interior de agradecimiento y honra por la Vida recibida de nuestros padres, no se trata de estar físicamente con ellos, ya que la misma Vida nos impulsa a ir más allá, a dejar nuestros padres para formar nuestra propia familia, hacer nuestro propio camino.

 

El filósofo alemán Bert Hellinger observó que sentir ese agradecimiento nos da fuerza vital para seguir hacia adelante; mientras que si hay resentimientos en nuestro interior producto de nuestros vínculos primarios (nuestros padres), esto nos impide una vida libre y liviana.

Por el contrario, se nos presentan situaciones que nos ratifican ese resentimiento; y esto sucede al servicio que podamos liberarnos de esa carga del pasado. Insisto, es una actitud interior que nos vuelve fuertes y libres para hacer nuestra propia Vida.

 

Vínculos dolorosos con los padres

El proceso de liberación será más difícil de transitar; pero es el desafío de quien le haya tocado ese destino, dejarlo atrás con agradeciendo por la vida recibida y seguir hacia adelante, sirviendo a la Vida, pues es lo que nos hace felices y plenos.

 

Esta reflexión y ejercicio basado en las enseñanzas de Bert Hellinger, tienen como propósito vivir desde la verdad de nuestra historia, con aceptación de aquello que nos haya tocado como destino en nuestra familia, y a través de este “si a la Vida tal como fue y tal como es”, recibiremos la fuerza vital necesaria para hacer nuestro propio camino de vida, y cumplir el propósito que nuestro Ser Esencial vino a experimentar a este planeta. ¡Así sea!

 

Una actitud que conduce a enfermedades graves es la negación del hijo de tomar a sus padres con amor y de honrarlos como sus padres. Tales hijos se elevan sobre la tierra porque ante un cielo u otra instancia superior se consideran mejores y elegidos. Así, por ejemplo, existen casos de enfermos de cáncer que prefieren morir antes que inclinarse ante su madre o su padre.

 

 

Beneficios Desde el punto de vista espiritual.

El cuarto mandamiento nos dice: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da” (Éxodo 20:12) .

Este mandamiento nos pide hacer algo, que será favorable para nosotros: Que tus días se alarguen en la tierra

 

¿Qué debemos hacer para honrar a nuestros padres?

 

3 maneras simples de honrar a tus padres

1) Interésate en su vida. Cuando somos jóvenes puede ser difícil ver a nuestros padres como «persona». …

2) Invítalos a ser parte de tu vida. ¿Qué te gusta hacer? …

3) Ora por tus padres. Éste realmente debería ser el primer punto porque es el más importante pero el que más olvidamos.

¿Por qué es importante honrar a los padres?

Al comprender y perdonar los errores de nuestros padres nos liberamos y podemos verlos con gratitud. Sentirnos agradecidos es un indicador de que hemos alcanzado la madurez emocional. Es lo que nos permite honrar a los padres de una manera beneficiosa para todos.8 feb 2023

 

 

 

 

 

 

Bibliografía

Adriana Blanco

Martin Bugli

Victoria Toro.Raúl Serrano.WWW.saludymedicinas.com

Dr. Bradley Nelson.Humberto Rosario Díaz 

 

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