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La experiencia en España con las drogas “no legales” tiene su historia fundamentalmente con el cambio político de 1976, que trajo una serie de medidas a la población, que muy inocentemente creyó que pasaban a un periodo de la historia mejor.

Un pacto entre los políticos españoles y cuerpos de inteligencia extranjeros, que entre otros incluía que en el país entraran todo tipo de drogas de forma brutal, para contener a una juventud que mejor que estuviera drogada y muerta, así ellos podrían trajinarse mejor el país. Lo llamaron “La movida”.

 

Gran parte de esa generación murió, y sus familias fueron rotas. Otra parte quedo enferma y buscó “rehabilitarse”.

Aparecieron ONG´s de todo tipo, centros y asociaciones. Aquellas personas lucharon mucho para “salir de las drogas”, incluso a día de hoy todos sabemos la factura que pasa el consumo de ellas.

Desde EEUU nos llega una nueva moda con receta o “LICENCIA PARA DROGAR”, los nuevos GURUS favoritos de los gobiernos mundiales, los psicólogos, te van a administrar drogas “por tu bien”, y te van a curar de todos los males.

¿Es posible que sabiendo lo ocurrido en el pasado, la gente crea y permita que esto ocurra? La gente permite todo, porque se lo venden con palabras que quieren escuchar: es legal, es con prescripción médica, lo venden en farmacias, etc..

 

Antecedentes: OxyContin

OxyContin, nombre comercial del narcótico clorhidrato de oxicodona, es un analgésico que se vende en los Estados Unidos sólo por prescripción. El OxyContin se receta legalmente para aliviar dolores moderados a severos ocasionados por lesiones, bursitis, neuralgia, artritis, y cáncer. En España el nombre es Oxicodona.

 

Purdue Pharma, fabricante de OxyContin, analgésico altamente adictivo al que se atribuye la muerte de 500.000 personas por sobredosis en el periodo de 1999 al 2019.

 

Nunca ha muerto tanta gente en Estados Unidos por sobredosis de opioides como en la actualidad. Desde 2019 a 2021, las muertes por sobredosis de fentanilo aumentaron un 94% y se estima que casi 200 estadounidenses fallecen cada día por consumirlo. Unos 70.000 habrían muerto por sobredosis de FENTANILO  solo en 2021.

 

 

Estados Unidos se lanza a tratar las enfermedades mentales con MDMA, LSD o ketamina

 

La investigación para abordar de forma diferente la depresión, las adicciones, el estrés o la ansiedad avanza con el impulso académico, empresarial, político y social.

Ha entrado en una nueva y prometedora fase en EEUU. La exploración del potencial de las terapias con sustancias como la psilocibina, el MDMA, el LSD o la ketamina para tratar trastornos mentales -que van desde la depresión y el abuso de sustancias hasta los desórdenes alimentarios, el estrés postraumático, la anorexia nerviosa o el estrés de enfermos terminales- vive una auténtica edad de oro en el país.

Y no es precisamente una alucinación este renacimiento, que se desarrolla en paralelo a la confirmación de una severa crisis de salud mental que afecta a casi uno de cada cinco adultos estadounidenses, y de adicciones.

Desde que en septiembre de 2019 abrió el pionero Centro de Investigación Psicodélica y de la Conciencia en la Universidad John Hopkins, han proliferado centros especializados en la investigación en otras instituciones de prestigio como las universidades de Nueva York, Berkeley o Yale o el hospital Monte Sinaí.

 

 

 

Un negocio de 3.600 Millones

Su trabajo se suma al de entidades como la Asociación Multidisciplinar para Estudios Psicodélicos, que lleva desde 1991 investigando en este terreno. También, al de decenas de empresas privadas como Compass Pathways, Atai LifeScience o MindMed. Más de 30 de ellas ya cotizan en la bolsa y crean un mercado que el año pasado ascendía a 3.600 millones de dólares, con expectativas de elevarse a 8.300 millones para 2028. La nueva oleada, además, se mueve impulsada por filántropos e inversores. 

Avanza también la aceptación social y política de los psicodélicos como terapia   (VENTANA DE OVERTON )  tanto en gobiernos estatales como en Washington. De hecho, este campo científico ya despuntó en los años 50 y 60, pero a partir de los años 70 se demonizó y fue condenado al ostracismo por las autoridades, que aprovecharon el salto de los psicodélicos de los laboratorios a la contracultura para ilegalizar sustancias y frenar lo que era un prometedor campo de investigación.

 

Punto de Inflexión

No obstante, esta eclosión de los psicodélicos como terapia lleva años gestándose. Aunque la investigación, y el consumo, nunca desaparecieron y pese a que en los años 90 hubo ya una reactivación de estudios controlados, en 2006 llegó un punto de inflexión.

Aquel año se publicó en el ‘Journal of Psychopharmacology’ un estudio titulado ‘La psilocibina puede ocasionar experiencias de tipo místico con significado personal sustancial y sostenido y una sentido espiritual’, con el que se derribaron barreras. Ese mismo año, el Tribunal Supremo dictó una sentencia a favor de una secta brasileña a la que permitieron importar a EEUU para sus rituales ayahuasca, que contiene el psicodélico DMT.

 

La Ciencia

Ahora se vuelve a hablar de la gran promesa de los psicodélicos, que en su forma natural han sido usados durante siglos (por chamanes y personas específicas) . Aunque queda mucho por entender sobre sus mecánicas cognitivas y terapéuticas y los estudios son aún limitados, los resultados de muchos de los realizados son destacables.

Lo que la investigación está demostrado es la capacidad de estas sustancias para intensificar la neuroplasticidad del cerebro, creando nuevas vías y conexiones neuronales que pueden cambiar patrones negativos de pensamiento y permiten procesar traumas o recuperar el control sobre la ansiedad o los impulsos depresivos.

Los psicodélicos trabajan mucho más rápido y más intensamente que los antidepresivos, tienen menos efectos secundarios, no se ha probado que provoquen dependencia física (eso decian de la cocaina)  ¿y no requieren un consumo diario durante años?.

Esa misma rapidez es la que los convierte en un mal modelo de negocio, lo que explica la intensa búsqueda de patentes del sector privado, no ya solo de nuevos compuestos con moléculas basadas en los psicodélicos pero de actuación más rápida y sin el “viaje” ( lo que desata dudas entre los investigadores convencidos de que las poderosas experiencias místicas y emocionales son parte fundamental de su efectividad), sino también de terapias y espacios para recibir los tratamientos.

 

Política

Pese a que los principales psicodélicos sigan siendo ilegales y clasificados por la DEA como sustancias a las que no ven beneficios médicos y sí potencial de abuso (o con riesgo de dependencia aunque tengan potencial médico), el cambio social y político es también evidente en EEUU.

En las recientes elecciones de medio mandato, los ciudadanos de Colorado convirtieron al estado en el segundo que legaliza el cultivo y uso personal para mayores de 21 años de la psilocibina, el principio activo de los hongos alucinógenos, que dos años antes había sido descriminalizado para uso médico por los ciudadanos de Oregón. La legalización también se ha ido dando desde 2019 en algunas ciudades, empezando por Denver y pasando por Washington DC, Seattle y varias urbes de California, Massachusetts y Michigan.

 

Estudios en Texas

Más allá de la exploración personal de estos compuestos psicotrópicos (y del auge de las microdosis, un auténtico fenómeno social que se extiende desde Silicon Valley hasta en grupos de madres), hay una apuesta científica, empresarial y política por la investigación de tratamientos con dosis completas en espacios médicos, bajo supervisión y acompañados por “terapia psicológica”.

Estados como Texas están financiando estudios para explorar el tratamiento con LSD del estrés postraumático, en buena parte por el impacto que este tiene en los veteranos de guerra del país. El 13% de quienes han pasado por las fuerzas armadas lo sufre y el Departamento de Veteranos gastó 17.000 millones de dólares en pagos por discapacidad a un millón de afectados.

 

 

Cambios Inminentes

En julio se hizo pública una carta del Departamento de Sanidad en la que se refleja el convencimiento de la Administración de Joe Biden de que la Agencia Federal del Medicamento dará luz verde en los dos próximos años al empleo del MDMA en terapias para abordar el estrés postraumático y de la psilocibina para la depresión.

La agencia antes ya había autorizado el uso de esos psicodélicos en ensayos clínicos y hace tres años aprobó un fármaco con esketamina con el que se tratan depresiones resistentes a otros tratamientos (que también tiene la aprobación de la Agencia Europa del Medicamento). Con la ketamina también aprobada como anestésico, pero recetada a menudo para la depresión, cientos de clínicas dedicadas a la sustancia han abierto en en todo el país.

 

 

BIBLIOGRAFIA

www.epe.es/es/sanidad/

 

 

 

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