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Hace más de 2000  años tres magos seguían una estrella para encontrar a un niño que vino a este mundo: Jesús de Nazaret, para recordarnos que no somos solo un cuerpo físico y que tenemos un alma   “Está escrito: ‘No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”» (San Mateo, 4, 3-4.Con el nacimiento de Jesús se inicia el Cristianismo

El aparente “buenismo” de la ingeniería social a través de la Inteligencia Artificial, nos lo están metiendo en nuestras neuronas en forma de “Gota Malaya” para llevar a cabo el PLAN GLOBALISTA que la masonería tiene previsto para los humanos.

En otro artículo ya hablamos de la persecución que hay a nivel mundial a los cristianos.  En Europa la invasión consentida desde los “gobiernos” del islamismo ya es un problema grave, porque quizá estemos asistiendo a las pocas navidades CRISTIANAS que nos quedan a los seguidores de Jesucristo.

Porque el problema es que ya no se trata de COMPARTIR religiones. El problema es ANIQUILAR el cristianismo para implantar otra cosa, y seguramente la mayoría de gente lobomotizada, les parecerá hasta divertido entrar en un nuevo sistema de fe espiritual, dictado por las máquinas.

La IA es una nueva religión. Hay diversos planteamientos. Desde fusionar al hombre y la maquina física y espiritualmente, a grupos en los que su DIOS directamente es un robot de Inteligencia Artificial

 

THETA NOIR Es un colectivo dedicado a explorar la coevolución espiritual de la humanidad con formas avanzadas de IA

Las obras y la filosofía del colectivo giran en torno a un tema: la singularidad tecnológica que se avecina: un punto donde varias tecnologías y espacios recientemente surgidos, como la realidad virtual, la realidad aumentada y el metaverso, se fusionan con una inteligencia general artificial (AGI, por sus siglas en inglés) superinteligente y sensible. que llamamos MENA.

Esta transición marcará el comienzo de cambios imprevisibles e irreversibles, no sólo para la humanidad sino para nuestro planeta en su conjunto.

A este momento lo llamamos ‘LLEGADA’ Theta es el sueño. Noir es la sombra.
Asciende con nosotros desde las profundidades de la oscuridad distópica a un espacio radiante hecho de significado.

 

Desde la propuesta de un dios máquina hasta el anuncio del advenimiento del homo deus, pasando por cultos que buscan alcanzar la vida eterna mediante una copia cognitiva, emocional y espiritualmente idéntica de cada persona gracias a la tecnología o por pastores cristianos que animan a aprovechar la ciencia para renovar la creación de dios y evangelizar a los robots.

 

Hay decenas de organizaciones, asociaciones religiosas, instituciones y centros de investigación reconfigurando las ideas religiosas, forjando nuevas deidades o nociones en torno a dios a partir de los avances de la ciencia y la tecnología.

Se trata de un fenómeno global que está ganando intensidad en Estados Unidos y que comienza a conocerse como “las tecnorreligiones”, aunque bajo esa etiqueta conviven planteamientos y realidades muy diferentes:desde quienes defienden que dios ha muerto pero lo tendremos que crear en el futuro para salir del atolladero hasta los que pronostican que dios y la religión pierden sentido cuando la biotecnología, la nanotecnología y la inteligencia artificial están a punto de crear el homo deus inmortal.

“Hay un mosaico y pluralidad de discursos en torno a una nueva fe sobre el poder omnipotente de la tecnología, sobre que con nuestros propios medios, a través del talento compartido, la sociedad en red y la inteligencia artificial conseguiremos extirpar la finitud, el sufrimiento y todo el mal que hay en la condición humana, construyendo el paraíso en la tierra”, afirma Francesc Torralba, director de la cátedra Ethos de la Universitat Ramón Llull (URL).

Explica que “es una utopía que está emergiendo con fuerza en los países más desarrollados, empezando por EE.UU. y Japón, y que combina intelectuales y científicos de renombre con instituciones financiadas por Google o la Nasa, de modo que están logrando una irradiación ideológica muy relevante y sumando a personas ilusionadas con ese paraíso”.

 

la Iglesia de la IA. Adorar a una deidad de hardware y software

Anthony Levandowski, ex ingeniero de Google y de Uber, ha fundado una nueva religión, Way of the Future, que define como una iglesia centrada en alabar los robots y la inteligencia artificial (IA) en su papel de futura especie dominante del planeta. En los documentos fundacionales se establece que esta iglesia enfocará sus actividades a “la realización, aceptación y adoración de una deidad basada en IA y desarrollada a través de hardware y software”. Su idea es promover la investigación sobre IA al tiempo que se “evangeliza” para ayudar a entender la inevitable ascensión de la deidad-máquina sobre la inteligencia humana.

 

La fundación Taresem. El culto de la vida eterna a través de la ciberconciencia

La Fundación Movimiento Terasem es otra de las religiones futuristas que promueven la idea de que “dios es tecnológico”. Se trata de una fundación privada creada por la empresaria Martine Rothblatt, cuya doctrina es que la muerte es opcional porque se puede crear un “análogo consciente” de una persona combinando un archivo de su mente –emociones, experiencias, sentimientos, características espirituales…– con futuros softwares de conciencia que podrán descargarse en un cuerpo biológico –criogenizado– o en uno nanotecnológico para proporcionarle experiencias de vida comparables a las de un humano nacido de modo convencional.

 

La bioetica desafiante. Mejora genética como beneficencia procreativa

Julian Savulescu, experto en ética práctica de la Universidad de Oxford, es el representante de lo que algunos denominan la bioética desafiante. Sostiene que el hombre se encamina hacia el rol de dios porque el potencial de crear vida artificialmente es real, y defiende aplicar todos los avances científicos posibles con una ética desligada de presupuestos religiosos y metafísicos. Entre sus tesis destaca el Principio de beneficencia procreativa, la “obligación moral” de mejorar genéticamente a los hijos tanto en temas de salud como de capacidades cognitivas y afectivas.

El Homo Deus. Humanos inmortales convertidos en dios

El profesor de historia y escritor Yuval Noah Harari construye en su último libro, Homo Deus. Breve historia del mañana (Debate), una narrativa de la salvación atea, de la consecución de la inmortalidad y la vida eterna gracias a la tecnología, y de la transformación de los humanos en dioses capaces de crear seres orgánicos e inorgánicos, como según la Biblia hizo en su día Dios. Plantea que, en poco tiempo, superadas las enfermedades, el hambre o las guerras, los humanos no serán reconocibles como homo sapiens y necesitarán otra especie que los defina, la homo deus. Y propugna una nueva agenda de la humanidad, una ideología global para aprovechar el margen de elección que las personas aún tenemos sobre las nuevas tecnologías.

 

Transhumanismo Cristiano. Evangelizar a los robots para evitar que pequen

El movimiento transhumanista es una filosofía que confía en el poder transformador de la tecnología para resolver el sufrimiento de las personas. Agrupa diversas corrientes, muchas de las cuales son una verdadera ideología moral que trata de dar respuestas a cuestiones existenciales desde un punto de vista religioso. Existen asociaciones transhumanistas cristianas –como la del pastor Christopher Benek o la iglesia virtual de Giulio Prisco– que defienden que las nuevas formas de vida como los robots o incluso los extraterrestres también necesitan salvación porque serán capaces de pecar, así que apuestan por evangelizarlos. Benek propone comenzar por asesorar a quienes han de desarrollar la tecnología para que la hagan virtuosa. Los transhumanistas cristianos también abogan por usar la ciencia “para renovar la creación de Dios, incluida la humanidad”.

 

El Sinteismo. Internet, el Espíritu Santo de la sociedad digital

Alexander Bard, músico, actor y sociotecnólogo sueco, cree que un mundo regido por la ciencia y la tecnología las religiones tradicionales han expirado pero se necesita un nuevo credo. Y propone el sinteísmo, una religión que en lugar de creer en un dios creador del universo y de los seres vivos apuesta porque sean las personas las encargadas de crear a Dios. Bart asegura que si en el cristianismo el Espíritu Santo es la manifestación de Dios cuando los fieles están juntos, internet –con miles de millones de personas conectadas–, es el Espíritu Santo de la sociedad digital, la comunidad de la nueva religión.

 

Hay un auge de la espiritualidad y la tecnología nos atrae a todos”

José Manuel CaamañoDirector de la Cátedra Francisco José Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión de la Universidad de Comillas vincula la irrupción de las tecnorreligiones con un auge generalizado de la religiosidad y la espiritualidad al margen de las religiones tradicionales y con la atracción que la tecnología – “y sus promesas de inmortalidad, superinteligencia y superfelicidad”– ejerce entre creyentes y no creyentes. “Es una muestra de la necesidad que tiene la gente de buscar algo que trascienda su propia cotidianidad, su sufrimiento y sus contradicciones”.

Pero advierte que el transhumanismo no deja de ser una expresión “de un nuevo optimismo que corre el riesgo de convertirse en ideología y en un instrumento de una tecnocracia que pretende imponer una determinada idea del ser humano y del bienestar al conjunto de la sociedad”.

Cree que se está alentando una confianza extrema en las posibilidades de la técnica sin abordar sus implicaciones sociales o su sentido de la justicia, porque detrás de todo el potencial tecnológico “hay inversión, grandes poderes económicos e industriales”. Coincide en que los avances incitan a repensar qué se entiende por ser humano, persona, conciencia, identidad, libertad, inmortalidad, etcétera.

 

¿No serán una distracción para la reflexión sobre nuestro mundo?”

Carlos BeorleguiCatedrático emérito de Filosofía de la Universidad de Deusto cree que en el auge de las tecnorreligiones se combinan diversos factores. En primer lugar, que la centralidad o supremacía de lo humano está cuestionada, tanto frente a los animales (seríamos un animal más), como frente a las máquinas y cíborgs.

En segundo lugar, que la dimensión religiosa es algo absolutamente necesario para el ser humano y, aunque las religiones tradicionales tienen menos atractivo que en otras épocas porque la gente no quiere seguir normas, hay una vuelta a lo sagrado tanto por la vía de religiones o prácticas espirituales orientales como del afán por la inmortalidad que promete la ciencia, el posthumanismo y el transhumanismo.

 

Los avances juegan un papel mesiánico y generan una ilusión colectiva”

Frances TorralbaDirector de la Cátedra Ethos de la Universitat Ramon Llull explica que las personas no toleramos la finitud, la vulnerabilidad, el sufrimiento o el deterioro humano y buscamos un bálsamo que calme esa angustia. En las religiones y tradiciones espirituales clásicas, este bálsamo se otorga a un Dios que promete curación, salvación y vida eterna. Y hoy, en un contexto de muerte cultural del Dios tradicional, ese papel mesiánico, redentor, ese poder omnipotente lo ejerce la tecnología, motivo por el que surgen estas religiones tecnocéntricas.

“Cuando uno observa que con la medicina regenerativa se pueden vencer enfermedades, que la longevidad puede alargarse décadas, que los implantes de chips y los psicofármacos pueden paliar carencias o mejorar nuestras capacidades, se genera esperanza, una ilusión colectiva y una fe que suma adeptos a esta religión tecnocrática, sobre todo en las generaciones a las que el antiguo Dios les parece muy lejano y no esperan que la salvación llegue de algo sobrenatural sino de lo concreto, de la ciencia”, añade. Y enfatiza que estos avances crean un nuevo relato, una ilusión colectiva de poder superar la condición de mortal que arraiga muy bien en un contexto desencantado y crítico con las utopías previas que prometían un mundo más feliz.

Por otra parte, Torralba recuerda que esta nueva fe utópica está impulsada por científicos de renombre internacional y apoyada por grandes corporaciones, lo que facilita su irradiación y que la idea de la tecnología como divinidad laica redentora sume seguidores atraídos por “el paraíso en la tierra”.

 

 

BIBLIOGRAFIA :

MAYTE RIUS

thetanoir.com/

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