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En la sociedad distópica que vivimos, no hay día que una barbaridad no supere a otra aún peor. Porque además ocurre  que lo peor de lo peor esta en los cotidiano. No necesitamos irnos a otros países o cambiar de una forma importante nuestra vida, para que la enfermedad y la muerte nos la traigan a casa con el disfraz de algo inofensivo como es quitarte un dolor.

Alguien reflexiona, si efectivamente la industria farmacéutica aun no ha ganado todo el dinero que debería, pero parece que quieren ganar más.

La cuestión es que no se entiende  como puede ser posible que nos digan a la cara que un “medicamento inofensivo” hasta hace poco, puede provocar la muerte y seguirse vendiendo en farmacias.

Un estudio de 2022 informó de que tomar regularmente 4 gramos de paracetamol al día aumentaba la presión arterial sistólica en personas con hipertensión arterial, lo que potencialmente aumentaba su riesgo de enfermedad cardíaca y en España se relaciona con la aparición de demencia

El grave peligro del paracetamol para el corazón: alteraciones incluso a dosis ‘seguras’. Un nuevo estudio en ratones advierte que el medicamento más vendido del mundo puede no ser tan inofensivo como se creía.

 

El consumo de paracetamol no está exento de riesgos. También conocido como acetaminofén o acetaminofeno, es un medicamento de venta libre en España y en otros países.

Comenzó a comercializarse bajo el nombre de Tylenol, en1955. En tan sólo unos años se convirtió en uno de los analgésicos y antipiréticos más populares del planeta. Hoy en día, es el fármaco genérico más vendido del mundo: sus propiedades lo convierten en uno de los más socorridos partratar la fiebre y el dolor.

No solo eso: el paracetamol es el principio activo de fármacos tan populares como Gelocatil o Efferalgan.

En general, los médicos consideran el paracetamol un analgésico más seguro que la aspirina y el ibuprofeno, ambos de la familia de los antiinflamatorios no esteroideos (AINE). Por ello, suele recetarse en lugar de éstos a las personas con hipertensión o con cardiopatías.

Pero esto no quiere decir que sea tan inofensivo como se creía. De hecho, esta es la principal la advertencia de un nuevo estudio realizado con un modelo de ratón, que ha descubierto que el paracetamol modifica las proteínas del tejido cardiaco cuando se utiliza regularmente a dosis moderadas, lo que puede alterar la función cardiaca.

«Hemos descubierto que el consumo regular de paracetamol en concentraciones consideradas seguras (500 mg al día) altera numerosas vías de señalización del corazón.

 

 

Estos resultados me llevan a considerar el uso de paracetamol a la dosis efectiva más baja y durante el menor tiempo posible», advierte Gabriela Del Toro Rivera, primera autora del trabajo y estudiante de doctorado en la Universidad de California en Davis, Estados Unidos.

El estudio se presentó ayer, en la Cumbre Americana de Fisiología, la principal reunión anual de la Sociedad Americana de Fisiología, en California. Para llevarlo a cabo, los investigadores utilizaron un modelo de ratón para estudiar los efectos del paracetamol en el tejido cardiaco.

A algunos roedores se les administró agua sola, mientras que a otros se les administró agua con una cantidad de paracetamol equivalente a 500 mg, la concentración que se encuentra en un comprimido de venta libre en farmacia.

Al cabo de siete días, los investigadores observaron cambios significativos en las proteínas del tejido cardiaco de los ratones a los que se administró paracetamol, en comparación con los que sólo tomaron agua.

Estas alteraciones estaban asociadas a vías bioquímicas responsables de muchas funciones, como la producción de energía, el uso de antioxidantes y la descomposición de proteínas dañadas.

«Nos sorprendieron los hallazgos, ya que predijimos que el paracetamol, cuando se utiliza en estas concentraciones, tendría efectos mínimos sobre el corazón», explica Del Toro. «Esperábamos que se alteraran dos o tres vías, pero descubrimos que más de 20 vías de señalización diferentes se veían afectadas por los cambios proteínicos», afirma.

 

 Principalmente el uso excesivo de paracetamol con daño hepático, nuestra investigación sugiere que el paracetamol puede influir en los tejidos más allá del hígado. En concreto, la investigación sugiere que el consumo prolongado de dosis medias o altas de paracetamol podría causar problemas cardiacos.

 

Estos problemas serían consecuencia del estrés oxidativo o la acumulación de toxinas que se producen al descomponerse el paracetamol, explica Rivera. Aunque el organismo suele ser capaz de eliminar estas toxinas antes de que causen daños, puede resultarle más difícil mantener el ritmo cuando se toman dosis medias o altas de forma constante.

Una advertencia es que la investigación se realizó en ratones y no puede extrapolarse necesariamente a los seres humanos, señala Rivera. A pesar de ello, los investigadores sugirieron limitar el consumo de paracetamol a unos pocos días seguidos y consultar con el médico cualquier duda sobre el consumo de dosis elevadas.

 

No hay alternativas al paracetamol.Por otro lado, los análisis sobre los posibles efectos del paracetamol en el corazón han arrojado resultados contradictorios. Un estudio de 2016 asegura que el riesgo de padecer un infarto, un ictus o una muerte temprana aumenta en hasta un 63% en las personas que toman el medicamento a largo plazo.

«Dado que el acetaminofén es uno de los medicamentos de venta libre más utilizados en todo el mundo, obtener una mejor comprensión de cómo el acetaminofén puede afectar el corazón es esencial para mejorar la seguridad del paciente, optimizar las decisiones de tratamiento, gestionar las comorbilidades y guiar los futuros esfuerzos de investigación y desarrollo», avanza Del Toro.

«Nuestros hallazgos tienen el potencial de mejorar la comunicación médico-paciente al permitir recomendaciones más personalizadas, la toma de decisiones informadas y la gestión proactiva de los riesgos potenciales asociados con su uso», añade. Eso sí: el estudio se realizó en ratones; queda por ver si sus resultados se trasladan a los humanos.

 

 

 

BIBLIOGRAFIA

Laura C. Liebana

 

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